jueves, 8 de noviembre de 2012
La burguesía, terrorismo de Estado social y financiero (I)
La expansión descontrolada en pro del beneficio y el crecimiento sin fin de la burguesía ha tocado techo y ha llegado un momento en el que ya le es imposible crecer más, debido al agotamiento del sistema de producción.
Por otra parte el enriquecimiento de las minorías, basado en la especulación inmobiliaria y el consumo de las masas ha chocado con la incorrecta distribución de la riqueza, lo que ha dejado a casi totalidad de la población mundial en una situación precaria y sin recursos para adquirir los productos propiedad de esa minoría en la que se ha concentrado la riqueza mundial.
En la práctica esto se traduce en que cada vez son menos los consumidores potenciales, por falta de recursos, y los que todavía los tienen pueden consumir menos, pues las políticas de los gobiernos, destinadas a salvar los beneficios de las minorías dominantes, merman aún más su poder adquisitivo.
En estas circunstancias, lo lógico sería buscar una solución cambiando el sistema de producción, distribución y financiero y redistribuyendo la riqueza existente, bien generando nueva riqueza o en aras del interés general, expropiándola a quienes la han acumulado en exceso y redistribuyéndola para generar nuevos recursos.
Pero, para realizar ambas tareas es necesario tomar el poder con una mayoría aplastante: Es decir, tener el respaldo del pueblo en las urnas, que haya votado a un programa en el que figuren claramente las reformas necesarias para realizar este cometido. Sin tergiversaciones ni tapujos, ya que plantear una redistribución del capital y los recursos del estado parece hoy día un suicidio político o una cosa de locos, incluso para algunos de los políticos considerados de izquierdas. Sin embargo esta es la única forma de salir de la compleja situación en la que estamos.
Para comenzar se hace necesario organizar desde el gobierno proyectos destinados a crear riqueza en amplias capas de la sociedad hoy damnificadas por las políticas ultra liberales sin tocar el tejido industrial y financiero existente, aunque tampoco hay que descartar que el estado expropie todos los recursos materiales y financieros estancados en manos de grandes fortunas para liberarlos con el fin de activar la economía.
El freno con el que nos encontramos es que el sistema político que se restauró tras la muerte de Franco, de monarquía parlamentaria liberal y capitalista que ha situado todos los recursos y el poder en manos de las burguesías y que, como lo tienen todo, a estas burguesías (locales, provinciales, regionales, estatales y continentales o mundiales) no les afecta la crisis y siguen viviendo muy bien. Aparte de ello, están encantados con sus vidas y les gusta mucho ser burgueses, por lo que desde todos los niveles se dedicarán a sabotear cualquier medida que les reste poder o amenace su posición privilegiada.
Las burguesías, junto con sus admiradores y siervos forman en muchos países, entre ellos España, amplias mayorías que a veces se traducen en mayorías parlamentarias que controlan el poder en muchos países y este es el caso hoy de la totalidad de los países de la Unión Europea.
La burguesía se ha ido adueñando de todos los recursos y las fuerzas de seguridad y defensa les pertenecen o forman parte de ella y para ella trabajan, desde el policía local del barrio hasta el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, teniendo además asegurado el monopolio de las armas y cerrando por completo el acceso a cualquier tipo de armamentos al pueblo, con lo que se aseguran la represión y el uso de las armas para el momento en que aparezca cualquier atisbo de amenaza a su sistema.
Por si todo esto fuera poco, los capitalistas han creado un marco legal por el que catalogan de terrorista a todo aquel que intente responder a sus agresiones con violencia y así poder eliminarlo social o materialmente, cuando los que ejercen el terror sobre la población son precisamente ellos, tanto con métodos intimidatorios de la fuerza de las armas, como con sus métodos comerciales y financieros fraudulentos que constantemente estafan a la población y la saquean con impuestos cada vez más numerosos e injustos, o con la venta de productos fraudulentos y supervalorados.
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