martes, 13 de noviembre de 2012
La burguesía, terrorismo de Estado social y financiero (II)
Si la realidad de la burguesía apareciera ante la opinión pública tal como es, esta minoría dictatorial y autoritaria que tiraniza y explota a la población no podría obtener la confianza de esas capas sociales que la legitiman. Para crear ese espejismo al que llaman “estado de derecho” se ha asegurado también el monopolio mediático para difundir entre las masas una realidad alternativa y ficticia favorable a sus intereses comerciales y políticos. Los medios son los encargados de moldear la mentalidad de los ciudadanos, de confundir y engañar, de que se sepa lo que les conviene y de ocultar lo que no les interesa.
Por mucho que los sucesivos gobiernos neoliberales y los medios del sistema se empeñen en mostrarnos un capitalismo de bonanza social, resulta una verdadera falacia, ello es, porque no es compatible el beneficio y el estado de opulencia de una minoría con el bienestar general del pueblo.
Esto es algo que hay que tener siempre presente, no perder de vista y decir muy claro, porque es una de las cosas que desde el poder de la burguesía se intenta ocultar más. Que el pueblo tenga todas sus necesidades cubiertas y pueda acceder a ciertas cotas de progreso no es posible, mientras que una minoría social reducida y selecta se dedique a acumular todos los recursos del planeta.
Por tanto, los que queremos un estado de justicia social e igualdad tenemos que trabajar para que esa minoría capitalista pierda toda su influencia y poder en la sociedad. Este debería de ser también el objetivo de los partidos “progresistas” pero en realidad éstos prefieren acatar las directrices de la oligarquía y recoger las migajas de su mesa, antes que luchar contra los que de verdad oprimen al pueblo, por ello las gentes de izquierdas, sin renunciar en ningún momento a nuestros principios, valores y programas, nos vemos obligados a afrontar en solitario la lucha de la clase obrera, asumiendo el vacío que desde las décadas pasadas ha dejado la socialdemocracia y recogiendo en nuestra Organización los “restos de su naufragio” los militantes de base y simpatizantes que sintiéndose de izquierdas han terminado desencantados con la misma.
Queremos el bienestar del pueblo y, por consiguiente el fin de la burguesía como tal y de su sistema, pero tampoco vamos a ser tan inocentes como para darles el pretexto de catalogarnos de terroristas y poder así eliminarnos o de hacer que nos pudramos en sus cárceles tipo Guantánamo. No seremos tan tontos como para darles ese placer.
¿Qué haremos? En primer lugar ser cautos como las serpientes en nuestro proceder y sobretodo, muy claros en la expresión y transmisión de nuestras ideas e intenciones: Queremos la transformación que acabe con los privilegios de la burguesía y con su sistema político y económico. En segundo lugar, trabajaremos con entusiasmo, para conseguir la unidad de todos los partidos de la izquierda transformadora así como de las organizaciones sociales y de los sindicatos en los que militemos, al objeto de formar una amplia y sólida mayoría, la alternativa frente a la burguesía y al bipartidismo a su servicio.
Porque, no vamos a jugar en el terreno de la guerra ni las armas ya que sabemos que ahí, ellos son superiores. Vamos a luchar en el campo de la legalidad, aprovechando los escasos resquicios que ésta nos está dejando, en el campo de la inteligencia y, sobre todo, en el de la democracia y la lucha en la calle y en todas las instituciones en las que tengamos representación, para lograr un día (tal vez no muy lejano) que esa mayoría nos permita encarar la transformación hacia el Socialismo en el siglo XXI.
No nos engañemos, nadie dice que arrebatarles el poder sea una tarea fácil. A pesar que existe la posibilidad de ganarles (en las urnas) democráticamente, ellos no se darán por vencidos y seguirán luchando con sus malas artes de levantamientos armados, sabotajes, bloqueos, asesinatos selectivos y golpes de estado. Pero si este tiempo llega, será porque hemos vencido y, en ese determinado momento, será otro tiempo y lugar y tendremos otros medios para dar la respuesta proporcional y adecuada. Ahora lo que toca es empezar a andar por un largo y tortuoso camino que nos lleve hasta la victoria final.
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