En toda Europa se está produciendo un golpe de estado protagonizado por las élites económicas y financieras que tiene como objetivo imponer sus políticas neoliberales por medio de hundir a los países y después cuando cunda el pánico, colocar a sus hombres como salvadores y gobernantes de dichos países sin haber pasado por las urnas con absoluto desprecio a los derechos democráticos de elección. El objetivo de estos gestores del capital es el de expoliar lo más posible a esos países en riqueza y en derechos sociales y económicos. Lo estamos viendo, está ocurriendo ante nuestras narices.
Dicho de otro modo, más allá de la crisis y sus secuelas, estaríamos ante una “transformación a largo plazo de las reglas del juego social”, que afirmaría el poder del uno por ciento (la burguesía) frente a la precarización universal del trabajo. Atrás quedaría “una época caracterizada por la esperanza y el potencial tecnológico” y se instalaría una “nueva era de desigualdad”, gobernada por una oligarquía financiera. El resultado en Europa es “un golpe de Estado oligárquico en que los impuestos y la planificación y el control de los presupuestos que están pasando a manos de unos ejecutivos nombrados por el cártel internacional de los banqueros”.
Con ser esto gravísimo, el mal mayor es que los partidos mayoritarios se limitan a cumplir con el papel que se les ha asignado en este circo, lo cierto es que vivimos dictaduras de 4 años, sólo elegimos a nuestros dictadores, y estos, con el secreto de las cuentas públicas hacen lo que quieren con los caudales públicos, pues las leyes les protegen del saqueo y ruina que nos están provocando. De cara a la galería hacen el paripé de pelearse civilizadamente en el Parlamento. Aunque si los observamos detenidamente los hechos de ambos, son los que son: expoliar a los trabajadores lo poco que les queda, esquilmar el Estado de Bienestar, y repartirlo entre los suyos, directamente, sin disimulos.
Así que nos gobiernan banqueros y financieros que han expoliado lo más posible a los países y sus ciudadanías y además han llevado a la quiebra a sus respectivos negocios. Es evidente que estos “salvadores de la patria” no están aquí para “arreglar” la economía de estos países sino para expoliarlos al máximo, exprimirlos y repartir entre los más poderosos y ricos los beneficios, desposeer a los trabajadores de sus derechos y libertades (conseguidos tras de muchos años de lucha), y de paso, desde los mismos gobiernos, reprimir con mano dura cualquier tentativa social de resistencia.
La dureza de las políticas de austeridad, los ataques a los derechos sindicales en España, la represión creciente a las disidencias “indignadas” en el globo entero, en fin, la crueldad del ajuste impuesto a Grecia y al resto de los paises del Sur (entre ellos España), son ejemplos de hasta qué punto los grupos dirigentes actúan convencidos de que pueden imponerse sin desatar una situación de permanente ingobernabilidad haciendo irreversibles o permanentes las medidas adoptadas contra la crisis. Pero en este punto se olvidan de lo que los clásicos ya sabían antes de Marx: la lucha de clases existe.
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