miércoles, 2 de noviembre de 2011

La crisis del capitalismo y sus secuaces del PPSOE


Derruido el bloque soviético, la socialdemocracia europea no tardó en asimilar los principales postulados económicos de la derecha más radical. El lenguaje de los líderes del PSOE poco tiene que envidiar al de los conservadores del PP, ambos hacen buenas consignas de este tipo: “hay que dar confianza a los mercados”, “la mejor regulación es la que no existe”, “la estabilidad presupuestaria es un valor”, “la privatizaciones son una expresión de libertad”, “bajar los impuestos es de izquierdas”...

En España la claudicación del PSOE frente al capitalismo financiero, resulta escandalosa. Durante los años de bonanza económica los gobiernos del PP y del PSOE bajaron o eliminaron impuestos a los banqueros y a las clases adineradas no haciendo ningún esfuerzo por redistribuir la riqueza; en contraposición con la crisis, las capas populares se han empobrecido para enriquecer a los que tienen las rentas más altas y a los grandes capitalistas.

Muchas han sido las decisiones adoptadas por el Gobierno del PSOE que han apuntado en esta dirección.
El erario público corrió a cargo del “rescate bancario” aportando 250.000 millones de euros, a la postre la medida que ha empujado a las cuentas públicas al déficit y el origen del mismo. Por si fuera poco está en marcha un proceso de privatización de todas las cajas de ahorro que una vez saneadas con dinero público (lo cual aumentará de nuevo el déficit público) serán regaladas a los banqueros aumentando mas todavía su omnímodo poder.

Reducción del elemento progresivo en el IRPF, supresión del impuesto del patrimonio, reducción del impuesto de sociedades y mantenimiento de las SICAV's. Con un sistema fiscal que castiga a las rentas del trabajo para beneficiar a las rentas del capital; no hay voluntad política para poner coto a la economía sumergida que se acerca al umbral del 25% del PIB.

Degradación de los servicios públicos con la implementación de la Directiva Bolkestein y el Plan Bolonia.
Dos reformas laborales con nefasto resultado. No se favorece la creación de empleo pero sí se abarata el despido, queda desdibujada la negociación colectiva e impiden que los contratos basura puedan convertirse en contratos indefinidos.

Prolongación de la edad de jubilación a los 67 años y el aumento del cómputo de años cotizados para tener derecho a cobrar una pensión pública.

El Gobierno del PSOE ha hecho arrodillarse a la democracia española ante los intereses de los banqueros, la UE, Marruecos, Israel, y los EE.UU…; por otro lado mantiene un sistema electoral infame que aniquila la participación ciudadana.

Muchos han sido los golpes que el PSOE ha ido propinando a los principios de su base social, tantos que no resulta temerario afirmar que los poderes fácticos cuentan con dos grandes organizaciones políticas que les permiten influir notablemente en la toma de decisiones: una es el Partido Popular, otra es el Partido Socialista Obrero Español, por lo que mantenemos firmemente que ni el PSOE es de izquierdas, ni de ninguna manera el PP es la alternativa, Rajoy no va a solucionar los problemas de la economía con más capitalismo, mas especulación, mas ayudas a la gran patronal, mas corrupción y más recortes.

Todas las políticas realizadas por el PSOE en connivencia con el PP nos han llevado a la crisis que estamos viviendo que es una crisis global del sistema capitalista: financiera, económica, medioambiental, de materias primas, alimentaria, energética, y finalmente política, cultural e ideológica. Por otra parte el neoliberalismo también ha fracasado como modelo global y el capitalismo no tiene ninguna solución para salir de esta situación.

Independientemente del resultado electoral los militantes del PSOE deberían pasar la factura a todos los cuadros medios y dirigentes que han comulgado con la derechización del partido. De no ser así, de quedar impune la felonía y el servilismo hacía los poderes económicos, el PSOE corre el riesgo de convertirse en una organización totalmente inútil: tolerar estas actuaciones supone avalarlas y consagrar la traición al programa y a los principios. En ese caso no quedará más remedio que preguntarse: ¿de qué sirve mantener un proyecto colectivo cuando en su actividad cotidiana atenta contra los principios fundacionales del mismo?

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